domingo, 22 de febrero de 2009

Capítulo 19: The fear.

Ese día se hizo nada. La noche, todo. Colmados de figuras fantasmales como estábamos, no nos quedaba mucho más que confiar en la intuición de Cristóbal. Él, con precisión euclidiana, podía seguir con su mirada la meridiana pose de cada una de las almas nocturnas que poblaban la sala.

Todos esos extraños personajes que nos habían visitado habíanse transformado en plasma. Ghost Busters. Nosotros, por supuesto, no veíamos más que la avidez de Cristóbal al lanzarse a la caza fotográfica de esos movimientos supraterrenales, manifiesta en su cara y sus propios movimientos.

Luego de un rato -no sé si por obra de la santísima fe de Claudio o porque en las últimas horas no habíamos ingerido nada que no estuviera contemplado en nuestra estricta dieta a base de estupefacientes-, la cara de Cristóbal comenzó a parecernos más una calavera que un cráneo reforzado por humanidad y piel. Estábamos en la mitad de la madrugada y sus labios de rubí, de rojo carmenère, parecían murmurar que ya nunca más volveríamos a estar despiertos otra vez. Aquella lenta y pesada monotonía, que nos envolvía siempre hacia final de los días y que se nos aparecía ahora, en plena alborada, encarnada en la boca roja-pura-sangre de Cristóbal, terminó por coronar, como las guindas a las tortas de metáforas, lo que parecía un cadáver a causa del veneno de la vid otrora contenido en actuales vacías ánforas.

Despojados ya de toda humana realidad, presas de un sublime temor, presenciamos la anti-epifanía: la cabeza de nuestro amigo tornóse autónoma rebeldía, comenzando a bajar desde encima de sus hombros, como Cristo del calvario al no ser ario, yéndose su cuerpo tras de ella, una vez posada y giratoria, hasta desaparecer por la escalera, ambos en pos de una botella. Una vez solos los tres, bastó apenas mencionar a Préxades, la niña de la cara del revés (http://www.youtube.com/watch?v=3SJdVq2Yxac), para que aquella triple velada culminara con una sombría triple carcajada, inmediatamente ahogada por su propia resonancia.

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