miércoles, 28 de enero de 2009

Capítulo 10: Un sueño.

Esa noche había sido extraña. Había asistido gente extraña. Un paranoico ario con su amigo esclavo, una mosca radiohediana; uno con su novia, una muy feliz pareja que venía de recorrer el mundo entre siestas. Había bomberos con carteras, sirvientas en pantaletas, putas viejas, un papa negro, oficinistas en kimono y unas sirenas mitad mujer mitad sierra. Además, una soltera que esperaba a una amiga que no llegaba. Ella hubiera sido la única que podría haber resaltado entre tanta maraña, de no haber sido porque su apariencia era igual de extraña. En realidad, era una metralla. Esperaba una carga, y como Loquillo no fue a Coquimbo, nos quedamos sin ácidos también. De los demás, recuerdo sólo los nombres, pero para qué se los voy a nombrar si no los conocen.

Esa noche, que había sido bien extraña, habíamos resuelto un problema: dado cierto momento, reparamos en que no estábamos lo suficientemente puestos aún en vuelo, por lo que improvisamos rápidamente una reunión que tenía por fin determinar qué era más prudente: si fumarnos todo o racionarlo para los días siguientes. “Pa’ que el copete pase como agua”, había dicho Loquillo. Y ni siquiera estaba. Quizás lo pensamos todos al unísono silente. Lo bueno en ese momento era que ya no quedaban vasos, así que directo de la botella la agüita era más rica, cristalina, como de vertiente. Parece que los había roto yo, así como el vidrio de la ventana del baño con vista al cielo marino.

El paranoico y su extraño esclavo-amigo se habían ido hace rato. Por lo de la sangre. A lavarse al río. A mí me gustaba el carmesí, así que me esparcí un poquito por allá, un poquito por aquí. El vidrio de la ventana no había tenido la culpa de que no me acordara del porqué de mi rabia. Cristóbal tampoco, pero igual salió corriendo. Tener culpa. Yo no tenía SIDA. “Ni cagando, ya estaría muerto”, les decía.

Recuerdo perfectamente que la sangre tiñó la sala por completo. Quizás eso les dio miedo. Pero entonces, en vez de seguir despierto y ver si había algún repuesto, me dormí en el sillón y terminé en el suelo.

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