martes, 20 de enero de 2009

Capítulo 6: Ratón muere.

Llegué a mi casa a empacar un par de cosas para el viaje. Mientras hacía esto, prendí la televisión. En ese tiempo, una serie muy exitosa se estaba transmitiendo: "Nanarcos Regalones"; se trataba de unos jóvenes anarquistas, universitarios y del barrio alto, con una consciencia social privilegiada y una intuición más desarrollada que la de los mismos pobres para vislumbrar los problemas de los más necesitados, debido a que sacaban su experiencia de los libros que mandaban a comprar a sus nanas con la plata de la mesada que les daban sus padres.

Ese día se transmitía el último capítulo de la serie: el personaje principal había decidido irse de su casa con su amada. Estaba apunto de comenzar el emocionante discurso del héroe contra su padre empresario, cuando la señal televisiva aprovechó el rating que estaba alcanzando el programa para dar un informe noticioso de último minuto. Grande fue mi asombro.

Se trataba de un asesinato perpetrado en la comuna de Renca. Habían matado a un joven de 21 años, apodado Ratón. De pronto, la sorpresa mayor: Tata, más vivo que nunca, estaba siendo entrevistado por el periodista.

-No sé qué fue lo que pasó exactamente. Unas personas lo trajeron aquí, amarrado y desnudo. Ya estaba muerto cuando llegó…

Su declaración, empero, no dejaba de ser enigmática. Si no había revelado los nombres de los asesinos -ni tampoco su relación con ellos-, era porque algo se traía entre manos ese críptico anciano (además, estaba seguro de que Coke y Erick no habían confundido a Ratón con Tata; algo había fallado en el plan). Maldita nuestra suerte: habíamos interpretado mal mi designio; lo que en realidad había vaticinado no era "buscarán a Ratón y morirá Tata", sino: "buscarán a Ratón y morirá, Tata". El mensaje, por lo tanto, era para Tata, a juzgar por el vocativo. ¿Habría sido él, entonces, el verdadero asesino? Había una verdad detrás de todo este facilismo mediático.

Un rato después de que el informe periodístico terminara, hablamos por MSN Claudio, Coke, Erick y yo. Nos dimos cuenta de que el panorama había cambiado por completo. Aquí dejo una transcripción no literal de la conversación (porque sí, ¿qué hueá?):

Claudio: El que murió no fue un anarquista.

Claudio: El que murió fue el Ratón.

Cristóbal: No.

Coke: O sea, se murió alguien.

Erick: No sé cómo se lo diré a mis padres, pero estoy seguro de que me matarán, tarde o temprano. Si no es por esto, es por todo lo que no es esto.

Erick: Rasca.

Claudio: Otra cosa; aunque el asesinato fuera un montaje…

Claudio: El asesinado fue un Policía Joven, así que los límites entre realidad y ficción se han vuelto más complejos que antes.

Cristóbal: ¡Nunca respondemos bien a los estímulos de la realidad!

Cristóbal: ¡Yeah!

Claudio: Lo que pasó fue real y los sospechosos somos nosotros. Los carabineros son huevones, así que no nos vamos a arriesgar a que nos arresten. Tenemos que pensar en un plan para descubrir la verdad...

Coke: Es verdad.

Claudio: Para eso, tenemos que estar lo más lejos posible de la escena del crimen. Estar, por ejemplo, en Coquimbo.

Resultaba increíble que la situación diera un giro en ciento ochenta grados y que, sin embargo, la conclusión siguiera siendo irse a Coquimbo.

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