martes, 6 de enero de 2009

Capítulo 0: Advertencia.

Cualquier similitud entre la narración y la vida real ha sido provocada por tu propia actividad cerebral.

Los nombres de las personas involucradas en los eventos narrados han sido alterados tantas veces que al final quedaron iguales.

No tengo nada más que decir, así que voy a transcribir la parábola que escuché que un tipo le leyó en la micro a otro tipo:

"Hace mucho tiempo, unos valientes jóvenes que venían de jugar fútbol en una cancha de pasto y de tierra (en proporciones equivalentes), decidieron ir a dejar a su igualmente joven y a la vez vetusto enemigo a su casa, en Renca, porque se había lesionado gravemente el pie y no podía seguir acompañándolos en la peregrinación hacia la plaza Santa Ana. Se decía que una vez recorrido el camino, el final los recompensaría con la mayor de las dichas. En el trayecto, padecieron de hambre, de sed y de frío. La gente sintió lástima por el magro aspecto de estos mozuelos y les ofreció comida, bebida y abrigo. Los jóvenes rechazaron las ofertas con mucho respeto."

-Fin.
-¿Termina ahí?
-Sí.
-Cada vez se hace más difícil entender las parábolas. Antes se podía descifrar algo, pero ahora hay que empezar dándoles final para después entender el sentido general de un trabajo que otros dejaron a medias.
-Eso pasa porque el Hombre nunca podrá saber el significado de las cosas. Nunca pudo organizar su pensamiento en un sistema cabal, que permitiera la salvación de su especie en la realidad. Ahora se da cuenta de su fracaso y de su destrucción inevitable.
-Sin embargo, la fe tampoco logró dar respuesta al vacío producto que dejó el trabajo de todas las generaciones.
-Por eso, ya no caminamos pretendiendo saber lo que va a suceder en el instante de tal paso o de tal otro; de igual forma, tampoco confiamos en que uno u otro paso nos de la solución de todos los problemas pasados. Simplemente, vivimos. Si no podemos borrar toda la información que ha permeado nuestra mente, tratamos de no ser concientes de esta; expulsamos la ciencia y la religión de nuestras vidas. La intuición en el mismo instante en que suceden las cosas, la improvisación se está convirtiendo en nuestra nueva ciencia y religión. Por eso las parábolas ya no tienen final, porque no hay un punto de llegada más allá del presente, que es el pasado y el futuro al mismo tiempo.
-¿Adónde la viste? -le dije- Pásame. No entendiste nada –y le quité el papel para bajarme con mis amigos en Manuel Rodríguez con Catedral.

Antes de que se cerrara la puerta de la micro, uno de los tipos alcanzó a gritarme:

-¿Y quién te crees tú?
-El que escribió este papel y te lo dejó en el asiento, para que te sentaras encima de él y te lo sacaras del culo con el que pensaste toda esa mierda.

Dudo que ellos hayan escuchado esto último. La puerta ya estaba cerrada y yo ni siquiera hacía el esfuerzo para que oyeran lo que les estaba respondiendo mentalmente.

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