martes, 13 de enero de 2009

Capítulo 4: Capítulo cuatro.

Estaba con una mujer en el baño, los dos acostados en la tina. Aunque no tenía por qué saber su nombre, le pregunté de todas maneras. Ella se alejó para mirarme y me sonrió. Movió sus labios, pero no alcancé a escuchar lo que decía. ¿Eras tú esa persona? Por lo menos era tu cara, la podía reconocer porque la tenía grabada. Cuando me besó, desperté en sus ojos y su pelo era todo un malentendido. Perturbado, salí de la tina y me dirigí a un club nocturno. Entré y me senté a ver el show de una stripper. Cerré los ojos para descansar un instante y cuando los abrí, ¿eras tú esa persona? Por lo menos era tu cara, la podía reconocer porque la tenía grabada, pero cuando me acerqué a tocarla fue como si se descongelara de manera fulminante, dejando una gran poza en el piso. Intenté mirarme en esa poza, pero tu rostro se puso delante de mi reflejo como una máscara. Me quedé absorto en mi máscara hasta que me convertí en el nadador de toda esa agua vertida, que ya comenzaba a parecerme un planeta. De pronto, una anguila eléctrica se aferró a mi pierna.

Cuando me desperté, el teléfono me vibraba en un bolsillo. Miré dónde estaba durmiendo: en el suelo, junto a los amigos de Pablo. Todo bajo control. Observé la pantalla del celular con los ojos dolorosamente despegados. “Coke” decía.

-Cristóbal, llama al Claudio. Vamos a tener problemas, tenemos que pensar con cuidado… –me decía Coke.
-¡Rasca po, hueón! ¡Rasca! -se escuchaba Erick, desde lejos.

Recuerdo como conocí a Coke. Cuando entré a la universidad no lo conocía. Tampoco conocía a otros que entraron en la misma generación que yo. De hecho, no conocía a nadie. Lo especial era que a él lo conocí tiempo después de entrar, porque estaba en otra sección. Antes de conocerlo, sólo lo ubicaba de vista, pero nunca lo saludé. Pasó el tiempo, uno o dos semestres. Lo cierto es que no recuerdo cómo conocí a Coke.

Recuerdo como conocí a Erick. Entonces, yo ya conocía a Coke. Erick también lo conocía, porque habían sido compañeros en la media, pero no fue por intermedio de Coke que conocí a Erick. Fue porque él tenía una banda y me pidió que cantara, porque Pablo había escuchado que yo cantaba y porque Pablo tocaba en la banda de Erick. Mientras hablábamos del asunto, tuvimos muchos problemas con los paparazzis y con las fans que querían que les autografiáramos los senos.

-¿Me escuchas? –me despertó Coke.
-¿Qué? No, perdón, ¿qué pasa? –le dije, listo como todo un boy scout.
-¿Estás con el Claudio?

No. No estaba con Claudio. Claudio siempre veía las cosas claramente. Era obvio que yo no podía ayudarles resolviendo problemas, pero les podía escribir poemas, quizá.

-Hueón, ¿estás con él o no? –se impacientaba Coke.
-Pero si ya te dije –le dije que ya le había dicho.
-No me has dicho nada.

¿No le había dicho nada? No sabía qué estaba afuera y qué estaba adentro de mi cerebro. ¿Qué debía hacer? Había perdido el tiempo. Tenía que cortar la llamada y pensar qué debía hacer.

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